Una pandemia machista
Miguel Ricaurte Economista jefe Banco Itau
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Miguel Ricaurte
Pese a medidas de distanciamiento más estrictas durante diciembre, la actividad sorprendió al alza de la mano de los servicios. El mejor final de 2020 nos ayuda este año también: crecer entre 5% y 6% no será particularmente difícil si sigue avanzando el proceso de vacunación y se reabre la economía. Aun así, las noticias no fueron tan positivas por el lado del mercado laboral. El desempleo en el último trimestre del año fue de 10,3%, el menor desde que se desató la pandemia, pero aún elevado en términos históricos.
Las características del choque del Covid-19 hacen suponer que el mercado laboral seguiría recuperándose conforme mejore la situación sanitaria. Pero puesto que el efecto del choque ha sido asimétrico sobre el mercado laboral, también lo sería la mejoría. Y los datos muestran que serán las mujeres las más afectadas.
En lo peor de la crisis, Chile perdió algo más de 1,8 millones de empleos, y la recuperación ha devuelto unos 700 mil puestos de trabajo, por lo que 2020 cerró con casi 1,1 millones puestos de trabajo menos que el año anterior. Gran parte de esta recuperación se dio entre los empleos por cuenta propia, independientes e informales, a quienes la imposición de cuarentenas afectó más, aunque también se beneficiaron de las reaperturas, por lo que explican cerca de la mitad del empleo recuperado. Aún hay 1/4 de millón de asalariados menos que antes de la pandemia, mientras que la categoría más afectada es la del trabajo doméstico, categoría mayoritariamente desempeñada por mujeres, que aún se mantiene 1/3 por debajo de los niveles pre-crisis.
Por otro lado, entre quienes perdieron su empleo, algunos no pasaron a la desocupación, sino que salieron de la fuerza de trabajo, contribuyendo a que la cifra de desempleo se mantuviera “baja”. La participación laboral, personas ocupadas o en búsqueda de trabajo, promediaba 62% de la población en edad de trabajar previo a la pandemia, pero cayó casi 10 puntos a mediados de 2020, devolviendo cerca de la mitad de la caída al cierre del año. La mejora ha sido comparable para los hombres, pero algo menor para las mujeres. Aquí hay otro punto crítico.
El INE reporta que conforme salió gente del mercado laboral, aumentó la “fuerza de trabajo potencial”: personas que sin estar trabajando o desempleadas, tienen la intención de reincorporarse a la actividad. Para los hombres, la caída en la participación a diciembre (277 mil) era prácticamente igual que el alza en los potencialmente activos (268 mil). Por ello, se puede suponer que conforme se normalice la situación sanitaria, la participación laboral masculina volvería niveles históricos en torno a 70%. Sin embargo, hay 462 mil mujeres menos participando del mercado laboral, pero sólo 239 mil dicen estar prestas para regresar a la fuerza del trabajo.
¿Qué ocurre? Tal como reportan varios estudios de la oficina de Censos de EEUU, el impacto de la pandemia ha sido mayor para las mujeres por el rol que habitualmente juegan en la crianza de los niños. Con colegios y centros de cuidado infantil cerrados, hay quienes, tras dejar sus trabajos, vieron la necesidad de dedicarse al cuidado de menores. En la medida en que los colegios y centros de cuidado no retomen actividades con algún grado de normalidad, es probable que algunas mujeres demoren más en volver a la fuerza de trabajo, retrasando la normalización de su participación laboral.
Lo anterior resalta que más allá de las medidas de estímulo, la recuperación podría beneficiarse de una red de apoyo en el cuidado de menores más potente y la mantención del ritmo de vacunación de la población.